viernes, 7 de agosto de 2009

Y que me dice...

...en resumidas cuentas : "estoy jodido". Que va con la psicóloga, que reprobó materias, que no le habla a sus papás, que anda todo encabronado, que me extraña. Que no entiende por qué me enojé. Que "tu y yo no éramos novios; lo que pasó con ella no fue en TÚ casa... nos salimos y recuerda que nos viste regresar en la mañana y hasta nos saludaste".

("...ARE YOU FUCKIN' KIDDIN' ME????")

Ok...respira...inhala...exhala.... y que le digo...

...que yo ando peor. Que voy con el psiquiatra, que me fue de la chingada en el cierre de semestre, que fumo demasiado, que tengo transtornos alimenticios, que duermo o más de doce horas o menos de tres. Que no mame. Que debió considerar mi estado emocional antes de todo. Que en ese momento lo necesitaba junto a mí, como mi amigo. Que me humilló. Que me ignoró. Que me faltó. Que me falló.

Y me ganaron las ganas de llorar....

Y terminé de hablar...

Y puso su cara entre sus manos...

Y lloró.

Lloró con espasmos. Lloró huecamente. Lloró desde adentro.

Y no sentí gusto, como en algún momento pensé que lo haría en la inimaginable situación de verlo así de dolido como lo quería ver. No me dieron ganas de regocijarme. No me quise reir en su cara.

Sólo sentí un crack dentro del pecho.

domingo, 19 de julio de 2009

E- Ah. Hola.
F- Holaquetal...
E-...

Eso fue todo. Todo...Ajà,¿y luego?

Ya sabìa que me ibas a golpear, pero querìa recibir ese golpe. Es mejor, sentirlo de una vez con toda su crudeza, antes que seguir inmersa en esta zozobra que no me permite respirar sin anhelar tu fragancia.

Fue duro y sabìa que asì serìa. Estar en el mismo espacio, convivir con las mismas personas y no decirnos màs que un soso Hola, cuando antes habrìamos pasado la noche juntos, bebiendo, bromeando, platicando, tomando fotos, rièndo, siendo los mejores amigos que nunca fuimos.

Y està cabròn. Està cabròn soportar las preguntas de los amigos (¿por què no vienes a chupar con nosotros? ¡ còmo estuvo el concierto al que fuiste con Milo? ¡se la pasan pocamadre en el df no?); està cabròn verte ahì, a escasos metros de distancia y no poder hablarte, no poder abrazarte. Està cabròn aguantar tu falsa tranquilidad y tu indiferencia fingida.

No sè. Creo que en el fondo (o en la superficie, para ser màs sincera), esperaba algo de ti. Como siempre. Esperaba aunque sea una disculpa, un gesto de humildad, una redenciòn tardìa que me sanara un poco el ego, porque mi orgullo sòlo me habrìa permitido rechazarte, aunque me muera por volver a tu lado.

La ansiedad me marea, la ansiedad me hace arder el estòmago màs que el vodka puro, la ansiedad va màs allà de mis trastornos alimenticios y mi tabaquismo. La ansiedad por volver a lo perdido, por tenerte cerca de nuevo y vivir la ilusiòn de tu cariño idealizado y mi entrega malpagada.

Siempre pensè mal de las ñoras resignadas. Ya sabes, aquellas que siguen los años con el marido que las trata medio mal, porque se rehúsan a perder su historia. Es esa pinche historia la que nos impide alejarnos. Es que en el fondo pensamos que nuestra historia es digna de una película. Porque, claro, vemos magia donde no la hay. Veo algo fascinante en la manera en que nos conocimos, en las circunstancias que nos acercaron, en los dìas que compartimos, en los mil momentos en que pudimos tenernos y nos resistimos, y en la noche en que nos descubrimos por primera y ùltima vez. Y la verdad es que no existen las mariposas estomacales. La realidad, aunque muy culera, es que nos acercaron nuestras soledades, pero ni yo te quise ni tu me apreciaste: ni yo era la quinceañera espigada y blanca a la que siempre aspiras, ni tù eras mi prìncipe chairo-poeta-filòsofo. Nos tuvo que bastar con mis figura promedio y tez morena, y tu cultura bàsica que yo aprovechè para sentirme superior. Y ese bastarnos nos llenò de inseguridad y de pequeños rencores. Puro capricho reprimido y frustrado. Simple deseo contenido. Tù y yo. Què tristes.

Tal vez en un año, o en medio, pueda verte y no sentir agujas en mis ingles ni vèrtigo en el estòmago. Nos serà posible convivir sin extrañarnos. Lo sè, lo tengo claro. Pero en lo que ese momento llega, no sabes còmo me perturba tu ausencia y tu presencia ausente. Te extraño.

martes, 14 de julio de 2009

Bùsquedas

Busco Trabajo. Idea del loquero. Creo que va por la lìnea de "el trabajo dignifica al hombre", pero me da harta pereza. Si las opciones son recepcionista, secretaria, telefonista y mamadas de ese estilo, creo que acabarè suicidàndome de aburrimiento y no de tedio, gracias.
*******
Regresè a nataciòn. Idea de mi papà y del psiquiatra tambièn. Me da flojera pero lo disfruto, pero me duelen los oìdos y despuès de eso sòlo quiero dormir.
*******
El sàbado me encontrè a la chica de Emilio ( de la que lleva" 5 años enamorado" blablabla). Intentè hacerme pendeja, y cuando pensè que ya la habìa librado, me la topè de frente. " ¿¿¿Nancy??? Heeeeey què onda! ¿còmo estàs? Sì muy chida la pelìcula blablablablabla" ... Ella actuò normal, hasta amable, me atreverìa a decir ( siendo que la conocì entre desplantes de mamonerìa). No dejaba de pensar en SU punto de vista ("¿què tanto sabe de las cosas? ¿què le habìa dicho èl de mì? ¿creìa que la odiaba? ¿se da cuenta de que es menos agraciada que yo? ¿siente algo de culpa o se siente ganadora?") Intentè aparentar normalidad, pero creo que toda yo reflejaba nerviosismo y rabia por los recuerdos. Rabia, no contra ella, y creo que ya no contra èl, sino contra todo, contra mì, contra mi estupidez, contra esta añoranza que no se acaba, contra esta Lìtost enquistada (dirìa Kundera).

Y a èl lo busco sin querer encontrarlo, y supongo que lo encontrarè cuando menos lo busque, porque desde ahora siento el mareo que me provocarà, y no sabrè què hacer, què decir, còmo actuar.

miércoles, 10 de junio de 2009

¿Por qué no puedo dejar de ser tan nena?

Chingada madre. Estoy en pinches finales. Ni así me aplico, carajo. No encuentro la manera de concentrarme y dejar de pendejear, dejar de enojarme, dejar de extrañar, dejar de pensar, dejar de desear que todo se vaya a la verga y deje de irse a la verga. Este semestre fue una racha de sucesos culeros. Ando de pesimista ¿lo han notado? No mames, ya quiero dejar de parecer pinche adolescente emo. Tengo veinte y esto no está chido. Mi semestre escolar lo pasé de noche, entre mis lloriqueos por la humillación infame de uno, una pérdida cabrona de una persona que fue básica en mi infancia, y el despertar y la ruptura de una relación que siempre pareció de dos pero que nunca existió. Es ocioso sufrir por los fantasmas.

Últimamente esto es más intenso y no me encuentro en ningún lugar. Me siento a la deriva. Sé que se han ido y no volverán. Me siento mutilada. ¿Han escuchado de esa gente a la que le aputan un pie y siguen sintiendo hormigueos o comezón en el miembro perdido? Así siento. Siento por quienes ya no están conmigo. Pese a su ausencia los llevo presentes, pero a la mala. Soy lapinche canción naca y cursi de la semana; escucho todo aquello que consiga apaciguarme un poco el corazón madreado: miranda, the cranberries, babasónicos, no doubt, ximena sariñana, mercurio, arjona, fanny lu, silbermond, paulina rubio, fiona apple, emiliana torrini, etc... Lo mismo las lecturas, voy de benedetti a la cosmo, de fernando pessoa y del paso a comments pendejos de facebook... Ah facebook...me eliminó del feisbuc...hahaha...pendejo.

Voy del "pinche pendejo hijo de la chingada que se lo cargue la verga" a "no mames cabron como lo extraño no mames no mames no mames". El lunes fue su cumpleaños. Tuve que aguantar cabrón las ganas de llamarlo, de mandarle un mensaje, un Hola en el hi5 ( y está más cabrón que aguantarse las ganas de hacer pipí). Lo veo en la cineteca, en las películas del verano que iríamos a ver juntos, en las ciudades que dijimos que visitaríamos pronto, en los bares a los que iríamos a bailar, en las calles por las que solíamos pasear, en los lugares a los que fuimos a tomar un café o una cerveza, en las sábanas en las que nos acostamos, en los rincones en los que me tomó de la mano, en las esquinas en las que me abrazó, en los recovecos que me besó.

Y aun así, en este sube-y-baja de tristezas y añoranzas y rencores y lamentos, debo recordar el por qué. Ya sabía que esto pasaría. Ya sabía que llegaría el momento de extrañarlo patéticamente, pero por eso me decidí a despedirme. Finalmente fui yo quien decidió hacerlo, así que qué le pelo. Pero es mejor así. Me esforzaba todo el tiempo por ser especial, y llegué a tragarme el cuento de que en realidad lo era. Cuando escuchaba o me contaban que a alguien le había dicho que me quería muchísimo y era única en su vida, me la creí. Él ha dicho que no. Tal vez fue un momento de egoísmo e inmadurez, y la ardidez, lo que lo han hecho afirmarlo. Tal vez nunca fui tan especial, pese a mis esfuerzitos pendejos. La duda. Esque por momentos lo sentí sincero, pero no me explico como pudo llegar a ser tan culero y cruel, y encima sentir que no hizo nada malo...

Pero sé que con ninguna otra puede platicar chido y debrayar, ir a tomar, pachequear, ir a un concierto de rock o de música clásica, oír tango y reggae, leer y bailar salsa, hablar de películas y de tonterías, y encima abrazar, tomar de las manos, o coger. Aunque diga que no, supongo que un algo dejé en él. Aunque se enoje, me da gusto marcar una diferencia entre las muchas a las que tenía de fuck buddy y nunca dijeron nada y le aguantaron todo, aunque ese destacarme implique una separación definitiva. Si aunque sea por un momento lo hice abrir un poquito los ojos, si por un minuto se detuvo a pensar sobre su forma de tratar a las mujeres, ya habré logrado algo.

Quiero pensar que así fue, quiero pensar que no hice las cosas en vano, quiero pensar que algo bueno salió de todo esto, aunque por ahora yo sienta que voy a implotar.

lunes, 1 de junio de 2009

TSCHÜSS

31.05.09

Milo:

Sabes que soy absurdamente mala para las despedidas. Soy pésima para hablar de frente, pero a veces es necesario, y cuando ha sido necesario hacerte saber que estoy enojada he tenido que recopilar toda mi fuerza para decirte tímidamente “oye wey te pasaste” aunque en verdad quiera decir mil cosas más. Pero esta vez verdaderamente te pasaste y verdaderamente te quiero decir adiós. Y como soy muy mala enfrentando a la gente y me ganan los nervios y me vence la furia y me pongo a temblar y me quedo muda, mejor me explayo aquí, ya que el desahogo escrito se me da mejor que el oral.

Te escribo ahora, como un anticipo de lo que vendrá. Porque sé que mañana (no el mañana inmediato, sino mi mañana, el mañana de mi vida), mañana, te extrañaré. Por ello es menester escribir ahora que la nostalgia aun no me contamina demasiado, ahora que la añoranza no me hace engañarme de nuevo. Ahora es cuándo porque ahora me corroen estas ganas de decir, de escribir, de gritar (te), todo este saco de sentimientos encontrados, de reproches, de culpas, de incredulidades, de asombro, de enojo y de rencor, que me obligan a acabar de una vez y para siempre con una amistad en la que he entregado todo lo que me has permitido entregar.

Ahora y no mañana, cuando la melancolía depure un poco tu recuerdo y me haga pensar en la posibilidad de (otra vez) dejar pasar las cosas por alto. Ahora estoy consciente de las cosas, ahora te veo en tu esplendor de macho egoísta cabrón y la mía de pendeja dejada y ofrecida. Porque claro, una vez más siento que me vieron la cara de pendeja. Pendeja, como me has llamado en varias ocasiones (ante las cuales, obviamente, me hice pendeja). Puta, como también me has nombrado en español, en francés, y en ese gesto frío de alguna mirada reprochante. Pero el que se va a la verga, como ya me has ordenado, no seré yo, sino tú. Yo ya estoy cansada, muy cansada de estos vaivenes emocionales, de fingir, de aguantar, de creer, de esperar, de tolerar, de idealizar, de aceptar lo que sea que quieras, de aceptar tu visión de las cosas aunque a veces seas pura pose y mentira pura.

Porque en ocasiones distinguí rastros de atracción de ti hacia mí, pero no soy el tipo de persona que escucha ese tipo de instintos, así que me hice pendeja y te creí muchas veces tu amnesia conveniente, y pensaba que tenía una imaginación muy grande al concebir la idea de que pudieras mirarme como más que amiga. Y esperé, me esperé, te esperé…

Porque ¿sabes? Me empeciné en conservar nuestra amistad. No creas que soy una convenenciera. No creas, tampoco, que soy una malagradecida. No. Te agradezco infinitamente todos los momentos de amistad. Emilio, ten por seguro que recuerdo con calidez infinita los conciertos, con marihuana incluida y la búsqueda de un restaurant mientras moría de frío por la chingada lluvia; la cineteca y otras películas, que poca gente fuera de la escuela aguanta con estoicismo por considerarlas demasiado aburridas y raras; la pachequez, aquella vez después del concierto, y en puerto con la recordadísima historia de mis viajes lunares, y en la filmación del corto antes de la fiesta del cenart; ¡las fiestas! Y bailar y ver gente rara y robar alcohol y monchis; las caminatas debrayando, contándote mi vida y tú la tuya, conociendo lugares desconocidos. Las pláticas, mención aparte, porque aunque te muestras reacio a platicar conmigo de verdad, en ocasiones, cuando lo hiciste, lo aprecié demasiado. Porque fuiste una ayuda invaluable, infinita e inefable cuando me encontraba mal, tras la muerte de mi abuelo precedida por la de Andrés. Porque aunque te haya llegado a hartar con el tema de Juan Pablo, en algún momento también me prestaste tus palabras y soporte, y aunque ante esta nueva luz parte de lo que me dijiste me parezcan habladurías, me quedo con lo que me ayudó en aquella ocasión, y por ello te agradezco.

Y es que ya no sé qué creerte, qué fue verdad, qué tanto fue auténtico, y qué tanto fuiste tú hablando a lo imbécil. Me duele, me duele muchísimo, el hecho de que esta amistad la conservé pese a sus grietas y fragilidades, basándome en ese supuesto aprecio que pensé que me tenías. Porque te compré la actitud discursiva de “soy tu amigo y soy un cabrón pero a ti te aprecio y tú sí me importas”, y aunque suene estúpida de tan crédula, también te creía aquello de “Juan Pablo es un idiota por haberte lastimado” y peor aún, el “ahora sí te vas a olvidar de ese pendejo”. ¡Ja!. Gracias, porque de verdad gracias a ti ya es tema superado, aunque no de la manera que hubiera querido. Porque ese wey es un wey más. Es decir, sí, me dolió bien cabrón, me afectó un chingo, lo sufrí demasiado y quizá aún me pesa y nunca me dejará de pesar, porque con él pensé que tenía una esperanza de valoración integral y no la fragmentación que se dio contigo, porque a él apenas lo estaba conociendo y aun estaba en plena idealización y se me cayó de un madrazo toda esa ilusión. Pero finalmente ese tipo habló por hablar y habló a lo estúpido y es algo que he aprendido después de convivir más con él. Sus palabras me humillaron muchísimo, pero sé que lo hizo a lo idiota, y después de todo aún no teníamos una amistad fuerte así que no le costaba ni importaba herirme. Pero tú… ¿qué demonios? Lo que de ti me ofende no es per se el hecho de que te hayas metido con otra niña, porque eso es algo que ya sabía que iba a pasar y hasta me había mentalizado al hecho de que fuese Nancy o Cristina. Pero fue demasiado pronto y demasiado descarado. Porque si de verdad le traías tantas ganas, ¿por qué no te la agarraste en tu casa? Si ahí se estaban quedando… ¿por qué tenía que ser en mi casa? por qué tenía que ser frente a mí? ¿Dónde quedó tu pinche speech de discreción? ¿a dónde carajos se largó tu prudencia? …

Sé que objetivamente no tengo qué reprocharte, porque tengo muy claro que no tenemos una relación que nos someta a la fidelidad o nada que se le parezca. Sé que para ti fui un acostón y ya. Sé que técnicamente pasé a tu lista de amigas con las que llegaste a tener sexo. Lo sé y no es eso lo que me ofende, por favor, tenlo claro. El problema está en que no soy objeto, soy sujeto, y como tal puedo sentir por mucho que eso te pueda resultar estorboso. Y por ello no puedo evitar someter esto a la interpretación y hacer una lectura de los hechos. La cosa es que, lo mire por donde lo mire, llego a la ineludible conclusión de que actuaste con una intención. No sé cuál, porque contigo jamás sé bien a bien qué pasa, a qué jugamos, dónde estamos parados. Es decir, nunca antes te habías agarrado a nadie frente a mí, así que no esperaba que lo hicieras y menos en mi casa, a una semana de haberte acostado conmigo. Como te digo, no puedo evitar darle a esos hechos una imputación causal chingativa (aunque sigo desconociendo el origen de esas ganas de chingar). La otra conclusión sería que fue sin pensar, lo cual también está de la verga, porque significaría que yo te importo básicamente nada, que te valgo prácticamente madres, de manera que hiciste lo que hiciste sin pensar en lo que yo sentiría, sin considerar que emocionalmente estaba muy pinche jodida como para sumarle un encabronamiento más.

De verdad, el error no estuvo en tener relaciones sexuales, porque creo que pudimos haber tenido algo muy chido si no la hubieras cagado así de pronto y así de feo. Finalmente actuaste igual que JP, porque me dijiste cosas y no tuviste el valor para retractarte de manera civilizada y limpia, platicando conmigo, sino que preferiste que tus acciones te desmintieran y me indicaran que en realidad no quieres nada conmigo y te vale verga lo que yo tenga que decir al respecto. El error estriba en el hecho de que siento que me has fallado como amigo, aunque suene a que me estoy victimizando. Porque, además, cuando me enteré de la muerte de mi tío, fuiste la primera persona a quien se me ocurrió llamar. Sé que soy ilusa y hago mal en esperar cosas de la gente, pero de ti me esperaba apoyo en estos momentos, y me sorprendí al encontrarte distante y cauteloso en los momentos en que más te necesitaba. Y luego, sumarle el hecho de verte así, en mi lugar, teniéndome un respeto tan nimio como para empezar a fogosear cuando yo aún estaba en la misma sala… creo que no es para decir que “no fue nada”. Creo que algo de razón tengo en tener estas ganas de mandar todo a la chingada. Porque como amigo debiste tener más tacto, pero como hombre te ganó lo macho.

Sabes que te quise muchísimo. Sabes que me gustabas demasiado. No sé si sepas, pero en momentos de depresión, de tristeza, de soledad, de enojo, de frustración, el mundo me podía estar destrozando pero cuando estaba contigo me sentía mejor. Probablemente mientras lees esto pienses “pobre vieja”, porque sé que jamás sentiste ni sentirás por mí nada de lo que yo alguna vez sentí por ti. Y no sabes cómo me está costando vomitar todo esto en palabras que nunca me atreví a soltar, pero ya que se fue todo al carajo creo que es mejor que tengas un panorama más amplio del asunto, aunque después – y desde estos instantes- no pueda mirarte sin sentir rabia y vergüenza, sin sentirme estúpida, pero ya no me importa lo que de mi pienses, sólo me importa estar bien y no quedarme con toda esta maraña de estiércol dentro del pecho. Quiero que sepas que al menos tuve un rastro de inteligencia y la pertinencia suficiente para no confundir ese cariño (de mí hacia ti) y la amistad con amor, así que por esa parte no me tengas lástima. No me gustaría decir que “me conformé” con ser tu amiga, porque yo a la amistad no la demerito ante el enamoramiento (que, como sabrás, es distinto al tan mentado amor), pero digamos que “me hice a la idea” y fue muy chido. Considero que nuestra amistad, aunque breve y vertiginosa, fue intensa y muy rica. Pero ahora que ha pasado todo a ser tan denso y a valer verga, es más sano aceptar que esto se ha desgastado demasiado como para poder continuar.

Porque te confié mis pensamientos, mis sentimientos, mis gustos, mis complejos, mis traumas, mis esperanzas, mis sueños, mis ensoñaciones, mis enojos, mis frustraciones, mis miedos, mis anhelos, mis derrotas, mis logros, mis dudas, mi confianza. Pero te digo que de esa confianza queda poco, nada más que la suficiente como para pensar que leerás esto y no alardearás ni alimentaré tu ego, sino que tendrás la inteligencia suficiente para ver que sólo es un intento mío por sincerarme y al menos, por una vez, dejar las cuentas claras contigo. Eso espero y no sé si esperar, porque últimamente siento que te he sobrevalorado o que yo he sido subestimada por ti todo este tiempo.

Te digo adiós, y te aseguro que no es gratuito y me ha costado mucho decidirme a hacerlo, y me disculpo por las ocasiones en que te pesaron mis defectos y me ganó la soberbia, o la arrogancia, o la mamonería. Discúlpame si alguna vez te ofendí o te lastimé. Discúlpame por no ser la amiga eternamente tolerante, por no poder aguantarte el juego. Disculpa mis carencias, pero considero que le eché ganas, que puse de mi parte todo lo que pude haber dispuesto. Discúlpame, pero creo que he trascendido los límites de mi tolerancia, y es hora de que yo también me ponga egoísta por salud emocional.

¿Recuerdas la última vez que te hice saber que estaba enojada? Fue hace como un mes. En esa ocasión te dije que te las dejaba pasar muy fácil pero que no siempre sería así. Te lo advertí, pero supongo que, como siempre, no me tomaste en serio. Pues ahora hago lo que nunca, porque lo decía en serio. Nos jugamos todo, pero yo ya estoy harta de jugar. Contigo he tenido una relación rarísima, una especie de lucha de poder (bueno, toda relación está basada en la búsqueda de beneficios y en el juego de poder, pero aquí ha sido más tangible), en la que nunca lo expresamos pero siempre estaba implícita una suerte de competencia de ver quién aguantaba más, quien cedía primero, quien podía más que el otro. Pues tú ganas. Yo no tengo la intención, al menos por ahora, de superar lo que has hecho, porque no sé cómo podría, ni me interesa saberlo. Esto pasó de ser lindo a ser algo muy jodido, y siendo así ya no me importa saberme derrotada, porque el seguirte el juego sólo me lastimaría más y tan sólo pensar en eso me provoca una flojera infinita.

Porque en este punto me estás minando, y aunque me sintiera momentáneamente bien si no te perdiera, en el fondo sería más nocivo, porque el hecho de que me trates como me quieras tratar sólo me indica la poca estima que me tengo, y ya basta de eso. No es cuestión de ego, pero considero que no soy ni tan estúpida ni tan fea como para seguir aceptándote más ofensas. Creo que soy linda y además chingona, y como tal merezco más que un pseudo amigo que no me respeta como amiga y menos como mujer, y ya ni siquiera como persona. Es por ello que me hago a la idea de lidiar con otra pérdida- y sabes lo mala que soy para ello- pero le echaré ganas y voy a estar bien.

En estos momentos soy yo quien escribo desde el fulgor del enojo, y lo prefiero así, de otra manera no tendría la fuerza necesaria para hacerlo. Ten la convicción de que te quise demasiado; que a tu amistad la valoré más allá de todo lo mesurable; que me preocupé por ti incalculablemente; que pensaba en ti cuando veía alguna película que podría gustarte, o cuando leía algo que pudiera interesarte; y que estabas presente en mi vida incluso cuando no estabas. Tal vez esto sea temporal o tal vez sea un resentimiento perenne, eso no lo sé, no podría asegurarlo. Pero creo que si después te sientes mal, si necesitas hablar, si te ocurre algo, voy a estar ahí para ti. Pero por ahora lo más prudente es distanciarme de ti emocionalmente, saludarte si te encuentro en algún lugar pero mantener la distancia. Te deseo desde estos momentos todo lo mejor que te pueda desear, todo el éxito que puedas lograr, toda la suerte que pueda acompañarte. Sé que en muchos aspectos eres una persona maravillosa e increíble, y por ello sé que conseguirás muchísimo actuando con inteligencia. Me duele no poder estar contigo en esos momentos futuros, así que de antemano te felicito, te aliento, te motivo, y te expreso mi alegría empática por lo bueno que logres, y mi tristeza comprensiva por lo que sea que te haga sufrir después de hoy.

Qué mal que no nos salieron las cosas. Qué triste habernos desperdiciado tanto. Qué trágica tu soberbia y mi orgullo herido, mi fragilidad y tu falta de visión, aquello de “es que somos muy pendejos”. Pero no hay paralelismos opcionales en la vida y no hay marcha atrás a las fallas y a los fracasos, así que me despido, te despido, nos despido, por medio de estas líneas que intentan condensar mediocremente el sabor agridulce que me queda después de todo esto.

Te quiero.

Adiós.


Fabi

martes, 19 de mayo de 2009

Vaivén

“Quisiera tenerte siempre, pero me resigno a tenerte hoy. Quizás la diferencia resida en que mientras tu goce es explosivo, fulgurante, el mío, que acaso es más profundo, tiene ojeras de melancolía. No puedo evitar prever desde ahora, junto al buen azar de tenerte, el anticipo de la nostalgia que sentiré cuando no estés. Ya lo sé. Demasiado lo sé. Todo está claro. Todo estuvo claro desde el vamos. Pero que me resigne no incluye que te mienta. Y esto que yo, ombligo, dejo en vos, oído, es para que alguna vez te zumbe y al menos te preguntes qué será ese zumbido"

Mario Benedetti

viernes, 24 de abril de 2009

TERRORISTA SOY

Hasta el día de ayer, era una veinteañera gripienta que vivía en sana paz con sus mocos y estornudos esporádicos.

Hoy debo esconderme para limpiarme la nariz.

Hoy ya visité casi todos los lugares de riesgo (¡yay!): restaurantes, unos cuatro viajes en metro, centros comerciales, un hospital, un supermercado. Me iba a ir a un karaoke, pero dado que de por sí tengo una simple y vulgar gripe mis defensas están bajas, así que sería un poquito arriesgado sellar con broche de oro mi día de exposición al virus.

Pero es curioso observar la psicosis que se ha desatado. En días anteriores los sanos y gripientos convivíamos en sana hermandad tomados de las manos en el pastito verde de las islas, fumando del mismo churro, tomando de la misma caguama. Hoy tosí levemente y una señora me miró con ojos asesinos y apartó a su hija del lugar que ocupaba, para esconderla detrás de ella.

¡Exijo la recuperación de mi derecho de sorber mocos sin ser discriminada!